
Cada vez que escribo me veo caer,
cada vez que caigo, escribo, otra vez.
Este es un juego,
un juego de no acabar,
uno, que acaba de empezar.
Porque cada vez que sufro, escribo,
y cada vez que escribo, lloro,
pero cada vez que lloro, pienso.
Pienso y renazco,
pienso y entiendo,
pienso... y escribo.